Las lágrimas protegen, nutren y mejoran la calidad refractiva de la superficie ocular. Suelen aparecer por cambios de temperatura, cuerpos extraños o motivaciones psíquicas, principalmente.
Nos acompañan durante toda la vida, pero ¿sabemos qué son y qué función tienen las lágrimas?
Lo primero que hay que tener en cuenta es que las lágrimas protegen, nutren y mejoran la calidad refractiva de la superficie ocular. Una vez cumple su función, la lágrima debe dejar el ojo y para ello es drenada hacia el sistema lagrimal pero hasta un 25% de ella se evapora con al aire. Las lágrimas mantienen la humedad del ojo, eliminan de ellos los residuos y cuerpos extraños y protegen nuestros ojos de las infecciones.
La lágrima es un componente fundamental de la estructura ocular, cuya función es la protección de la superficie sobre todo de la cornea. Se produce fundamentalmente por la glándula lagrimal, que esta situada en la parte super externa de la órbita, con una secreción basal permanente, y que aumenta ante las agresiones externas.
Cuando estas causas, que abarcan desde cambios de temperatura, cuerpos extraños o motivaciones psíquicas actúan, los nervios sensitivos informan al cerebro de estas agresiones, poniéndose en marcha el aumento de producción de lágrima por el sistema nervioso no consciente (sistema nervioso vegetativo).
De qué se componen
Están compuestas fundamentalmente por tres partes:
- Un componente mucínico, se encarga de mantener la adherencia de la lágrima a la superficie de la córnea.
- Una parte intermedia que es sobre todo acuosa.
- Una parte lipídica, que está formada por ácidos grasos producidos por las glándulas del parpado, cuya función es evitar la evaporación de la lágrima.
Cada una de estas tres partes es muy importante en el funcionamiento de la misma, de tal forma que por ejemplo, las inflamaciones palpebrales (como la blefaritis), alteran el componente lipídico, la lagrima se evapora y se produce una sequedad corneal o síndrome de ojo seco.
‘Llorar’ por la nariz
Las lágrimas, después de este ‘baño’ de protección ocular, continúan su camino, favorecido por la movilidad de los parpados, hasta el ángulo interno del ojo, para continuar por el conducto lagrimal hasta la nariz.
Evidentemente, cuando hay un aumento importante de producción de lagrima, el drenaje nasal es mayor, produciendo un aumento de rinorrea (salida de líquido por la nariz). Cuando existe una obstrucción de esta vía lagrimal no se produce el paso habitual hacia su camino nasal y se desborda por encima de los parpados.
En enfermedades de tipo reumático, en general todo el grupo de patologías autoinmunes del organismo (como la artritis reumatoide y el lupus), la glándula lagrimal puede verse afectada, disminuyendo la producción de lagrima, produciéndose un síndrome de ojo seco. La enfermedad es realmente molesta para el paciente, y sus síntomas incluyen la sensación de un cuerpo extraño en el ojo, sequedad e incluso visión borrosa, que obligan al uso permanente y continuado de lágrimas artificiales.
Fuente: 20minutos.es